25 abril, 2014

Retoques fotográficos, una posible amenaza para el prestigio de las marcas


El uso de los retoques a las fotografías ha llegado ya a niveles que rebasan cualquier realidad. Las empresas se han valido de las herramientas tecnológicas para crear cuerpos a su imagen y semejanza, haciéndonos creer que así luciremos si confiamos en su marca. Una muestra evidente de publicidad engañosa.

Más allá del dilema ético que toda la vida se ha presentado con respecto a los patrones de belleza impuestos por los medios, la publicidad y las multinacionales, la pregunta que surge en estos tiempos en los que un buen software puede transformar cualquier imagen en cuestión de segundos es hasta cuándo serán exitosas esas campañas basadas en resultados irreales, y si las empresas no están en riesgo de perder su prestigio y reputación utilizando caras y cuerpos retocados con el ordenador, como muestra de lo supuestamente efectivas que son su soluciones.

Todo apunta a que al consumidor muy poco le ha importado que las grandes compañías se valgan de esas estrategias. Pareciera que ha quedado como tradición que las empresas deban exagerar (e incluso mentir) en sus campañas publicitarias sobre la efectividad de sus productos. No es de extrañar que la mayoría de los clientes tengan ya concienciado el hecho de que no es oro todo lo que reluce y que lo más seguro es que esté comprando un producto de inferior calidad a la promocionada.

“Esos glúteos están arreglados con Photoshop”, escuché hace poco a una chica en una tienda en Madrid mientras veía la imagen de una modelo en un cartel publicitario de una crema anticelulitis. Pero ni sus propias críticas impidieron que se llevara un buen tarro de ese compuesto "milagroso", cuyo precio ronda los 30 euros.



Si antes era el uso excesivo del maquillaje y las fajas lo que permitía ganar mucho dinero, ahora esa misión la tienen los ordenadores. ¿Cuál es la diferencia entonces?


El uso del Photoshop (como se le denomina por costumbre a todos los editores de imágenes) está siendo ahora asumido como algo normal, aunque los abusos creo que nunca van dejar de sorprendernos. Un ejemplo es que hace apenas unos días se divulgó la foto de Scarlett Johansson completamente desnuda. Lo curioso es que las críticas más agresivas no iban dirigidas hacia ella y su “cuerpo de mujer normal”, sino hacia los responsables de fabricar lo que ellos consideran la fémina perfecta usando recursos digitales.

El debate de los espectadores concluyó en una oda a la naturalidad. Scarlett se mostró como realmente es ella: diferente al patrón femenino que vende Hollywood, y aun así la mayoría de los hombres no echó por tierra su opinión de que la actriz es “un pibón”.

Si tanto adoramos la naturalidad ¿Por qué insistir en los retoques y en el todo perfecto?


Miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos presentaron hace poco el proyecto de ley Truth in Advertising Act, con el que pretenden regular la publicidad engañosa que utiliza los editores digitales para distorsionar los cuerpos de las/los modelos. El objetivo no es prohibir esos anuncios, sino poner fin a esas malas prácticas que derivan en vallas publicitarias donde se ven mujeres con los muslos cortados, las piernas alargadas y la cintura exageradamente afinada.

Aunque a muchas multinacionales no les guste la idea, creo que a la larga esta medida jugará mucho a su favor porque llegará un momento en que el consumidor perderá la confianza en la marca, ya que no tendrá certeza sobre el provecho que pueda obtener de ella. Peor aún, la gente se cansará de comprar esos productos porque nunca verá los resultados que le prometieron (esos que se ven en la foto de la modelo) y ahí morirá su confianza.

Grandes empresas como Dove han comenzado a utilizar en sus anuncios en España modelos que no tienen nada que ver con las mujeres que caminan por las pasarelas más famosas. Desde hace un par de años, Special K de Kellogg’s ha copiado esta idea y, pese a que promociona productos para conservar la figura, ha optado por contratar mujeres de talla media. Lo que nos indica que la naturalidad puede ser un gran aliado a la hora de vender, especialmente si logras que el consumidor se sienta satisfecho consigo mismo y su apariencia. De esta manera se podrá construir una relación consumidor-marca basada en la sinceridad y la confianza.

A continuación un vídeo creado desde la iniciativa Global Democracy con el que demuestra que en apenas 37 segundos se puede hacer una transformación magistral, gracias a los editores de imágenes.




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